El Obispo Liébana se refirió a la beatificación del desaparecido empresario argentino Enrique Shaw. Cabe destacar que el Papa Francisco, mientras cumplía con su rol de Arzobispo de Buenos Aires, había propuesto esta beatificación, y luego en el mes de abril de este año Shaw fue declarado Venerable y el Vaticano reconoció sus virtudes heroicas, por lo que va camino a convertirse en Santo. En este sentido, Liébana explicó que en estos momentos “estamos en el paso previo, que es el dictamen de la causa de los Santos del dicasterio”, además recordó que “en Roma se lo nombró Siervo de Dios”, con lo cual señaló que “ya estaría todo disponible para la beatificación”.
En este aspecto, Liébana resaltó que “es un paso muy importante y lindo encontrar entre los Santos gente laburante y empresarios que encararon de manera cristiana la gestión de una empresa, mirando por los trabajadores”, sobre todo teniendo en cuenta que “en estos tiempos se está hablando de la reforma laboral”. En definitiva, sostuvo que “se puede ser cristiano y gestionar cristianamente con los valores cristianos una empresa pensando en los trabajadores, en la dignidad que confiere el trabajo”, por lo que consideró que Shaw “es un Santo para nuestros tiempos”.
En esta misma línea, el Obispo recordó que el Papa Francisco “nos hablaba de los Santos de la puerta del lado, de santos cotidianos”, porque mencionó que muchas veces las personas tienen a considerar que los Santos “son como semidioses porque los tenemos en altares”, y en realidad sostuvo que “fueron personas como nosotros que tuvieron también sus defectos, sus dificultades y que vivieron el amor cristiano y mostraron algún aspecto de Dios” a lo largo de sus vidas. Por ello, subrayó que “tenerlos tan a mano es para nosotros un ejemplo de que hay una esperanza de que es posible ser buenas personas, ser Santos en el siglo actual”, porque además aclaró que los Santos son en definitiva “personas comunes y corrientes”.
Tal es el caso de Enrique Shaw, sobre lo cual Liébana mencionó que “tenía una familia y tuvo nueve hijos, fue muy prolífico, y tenía las preocupaciones normales de llegar a fin de mes”, pero que además “tenía esta preocupación extra de cuidar por el bien de sus obreros”. En este aspecto, recordó que “dicen que cuando le hicieron transfusión de sangre, porque el ya estaba con el cáncer, los trabajadores de su empresa querían donar sangre para el empresario, y que él dijo ´ahora puedo morir tranquilo porque corre sangre obrera por mis venas”, lo cual aseguró que demuestra “el cariño que tenía Enrique por sus obreros, por la gente que trabajaba en su empresa”. En conclusión, expresó: “Todos estamos llamados a una plenitud de vida como es la santidad, haciendo el bien a los demás, ser felices y haciendo felices a los demás”. n