Viernes 20 de Junio de 2025
 20/06/2025 - Columna
El día después

¡El combate de Puerto Argentino ha finalizado! La voz aguardentosa del presidente de facto atravesó como un sable la enorme geografía de la Argentina. Esto ocurrió en un 15 de junio de 1982.



El día anterior, luego de una encarnizada resistencia y de una lucha que dejó una gran cantidad de bajas en ambos bandos, el gobernador militar de Malvinas, general Mario Benjamín Menéndez, había firmado la rendición ante el general inglés Jeremy Moore. Los comunicados oficiales - del 14 - no sólo no hablaban de rendición; más bien iban saliendo con tal cautela de no alarmar a la población. Que de todas maneras se había lanzado, furiosa, a protestar, a aquella Plaza de Mayo en la que semanas antes habían vivado la gesta. La manifestación esta vez fue duramente reprimida por la policía. Siempre según los partes oficiales, por tal motivo el general Galtieri no había salido al balcón de la casa de gobierno a explicar la situación. Eso sí, en sintonía con la política del engaño comunicacional establecida desde la primera hora del legendario 2 de Abril, se aseguraba que sólo eran minorías. Al final de cuentas está escrito que en la guerra la primera baja es la verdad. Los británicos no mintieron menos, pero con más cuidado: habían destacado veinticuatro corresponsales para cubrir las acciones. La Argentina sólo autorizó a uno, periodista del canal oficial, y dos camarógrafos. Toda la información era censurada y cualquier observación disonante con el discurso del poder era neutralizada antes de crecer. Peor aún. Ante el hecho consumado, no sólo se ocultó a los soldados que volvían del frente, esos muchachos que habían dado todo y mucho más ante uno de los ejércitos profesionales más poderosos y mejor entrenados del mundo. También se les prohibió hablar de lo vivido. Han pasado varias décadas y todavía no conocemos la verdad completa y compleja
En el colmo de la situación que transcurría, Galtieri pensaba seguir en el cargo. Meses antes había declarado que las urnas estaban "bien guardadas". La Armada y la Fuerza Aérea de inmediato se bajaron de la Junta Militar. Los propios camaradas que habían encumbrado a aquel supuesto general majestuoso, que decían que era parecido al mítico George S. Patton y que por eso mismo había caído bien en Estados Unidos, le estaban empujando afuera del poder. En las declaraciones que siguieron sólo le faltó parafrasear al virrey Cisneros en aquel 25 de Mayo de 1810: "Puesto que el pueblo no me quiere, y el Ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran."
Lo que queríamos, más que nunca, era tener un gobierno elegido por el pueblo. Decirle Nunca Más a las trágicas aventuras golpistas que habían marcado al país a lo largo del siglo veinte. Así fue. Merced al heroísmo de una generación de soldados, hoy héroes.


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