Sí conocí a sus padres en San Bernardo. Compartimos unas pizzas en casa de unos parientes de ellos. Norma y José. Un matrimonio de a pie al que le habían arrebatado un hijo y que recorrían despachos y todo espacio posible para pedir justicia.
No me olvido de Cabezas. La causa unió a la casi totalidad de los comunicadores sociales. Y en La Costa motivó el despegue del grupo de periodistas autoconvocados, que sería el puntapié inicial para lograr que a través de una extensión de la Universidad Nacional de La Plata la profesión adquiriese un nivel mucho mayor en los años que siguieron. Tuve la fortuna de ser uno de los egresados. Y de ver a otros y a otras ejercer desde los medios, desde la docencia, desde la administración pública, los conocimientos adquiridos en aquellos salones de la Asociación de Fomento de Santa Teresita.
Con motivo de estos veinticinco años, FOPEA convocó a veinticinco periodistas a expresar sus sentimientos sobre José Luis. Comparto estas líneas de Fernando J. Ruiz. Profesor de Periodismo y Democracia de la Universidad Austral. Expresidente de FOPEA (2019 - 2021)
"Los ojos de Cabezas interpelan al periodismo, y no se sostiene la mirada. Los periodistas que en 1997 marcharon juntos, están desunidos. La discusión sobre dónde está el poder al cual hay que enfrentar y dónde está la verdad, confundió las brújulas. Aquel bloque profesional uniforme es hoy una comunidad quebrada y débil, casi sin referentes. No es distinto a lo que ha pasado otras veces en la historia y en muchos otros países, pero este ciclo de ruptura se alargó demasiado. José Luis y Gabriel Michi hacían periodismo, no política partidaria. A eso hay que volver. Sabemos los riesgos, pero la democracia lo exige."
Más claro, imposible.
Por Antonio H. Morgner (*)
(*) Docente y periodista. Doctorando en Comunicación UNLP