Este 31 de marzo se cumplen 15 años del fallecimiento del expresidente y uno de los dirigentes políticos más importantes de nuestra historia, Raúl Alfonsín.
Es una sensación rara, ya que el tiempo pasó muy rápido desde ese triste martes donde nos enteramos que “el nono” nos había dejado. No es casual que una enorme cantidad de argentinos se movilizaran espontáneamente para darle un último adiós a Raúl y un sincero gracias, por su gran aporte a nuestra democracia recuperada, por su valentía y por su convicción inquebrantable de poner siempre por delante los intereses de la patria. Raúl marcó una época y un rumbo, es el que nos inculcó a todos los militantes que nuestras banderas políticas las tenemos que llevar pero siempre arriba tiene que estar la celeste y blanca, nada ni nadie está por sobre nuestro país. Es el que nos explicó que la democracia no era solo un sistema político para elegir representantes, sino que era mucho más grande y profundo que eso, es la piedra angular para forjar el crecimiento de un país, con libertad y soberanía, por eso una frase es un discurso se volvió tan trascendente para nuestra sociedad: “Con la democracia se come, se cura y se educa” Fue quien se animó a enfrentarse a minorías totalitarias que querían dirigir los destinos de la patria a fuerza de violencia y autoritarismo, logró someterlas a un juicio justo y que sean condenados como lo que fueron, delincuentes con uniforme. Enfrentó también a los grandes grupos concentrados de nuestro país, para vislumbrar una Argentina más justa y equitativa. Mas allá de los vaivenes propios de una economía inestable, en un país con una democracia que recién nacía logró plasmar sus ideas y marcar un rumbo. Educación y trabajo como pilares principales para combatir la pobreza estructural de nuestro país, justicia y memoria para no volver a repetir los errores del pasado. Estas ideas y conceptos, fue el mejor legado que pudo tener Alfonsín. Son las banderas que debemos levantar y las luchas que debemos seguir librando, cuando vemos los índices de pobreza e indigencia, el desempleo y la deserción escolar en nuestro país no estamos honrando la memoria y el legado de Raúl. Es una gran deuda pendiente que tenemos. Por eso creo que la mejor forma que tenemos los dirigentes políticos de seguir con la tarea que comenzó “el nono” es seguir luchando por combatir la pobreza estructural que tenemos, por lograr que cada argentino pueda acceder a un empleo digno y de calidad y que su calidad de vida mejore. Esto no viene sucediendo en las últimas décadas y es trágico para nuestra sociedad, por esto también cada vez más jóvenes eligen otros países para vivir. A nivel personal, Raúl me marcó para siempre. Una muestra es ello es que tengo en mi oficina la foto de mi mamá, la de mi sobrina y la de él. Es mi gran referente político y voy a seguir siempre sus ideas, sus luchas y su legado.
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