Según relató Delaburu, para poder enfrentar el fuego fue necesario el trabajo de cinco dotaciones, tanto del Cuartel Central como del Destacamento de San Bernardo, ya que mencionó que “se hizo dos veces relevo de personal por la cantidad de horas que llevó el trabajo y la tarea”. Asimismo, comentó que para sofocar las llamas “se utilizaron unos 50.000 litros de agua”, como así también se debió utilizar “el trabajo de dos máquinas de la Municipalidad, dos palas cargadoras, que hicieron remoción e ir tapando lo que se iba apagando”.
Por fortuna, según resaltó Delaburu, el clima no fue un aspecto negativo para el trabajo de los bomberos, ya que mencionó que “esa zona es todo descampado, es todo campo y cualquier viento medio fuerte hace que vuele una brasa o algo encendido y nos genere incendios dentro del campo”. Asimismo, señaló que no hubo riesgo de propagación a viviendas linderas, ya que “no había viviendas cercanas”, aunque aclaró que “el único temor que teníamos nosotros es que era mucha cantidad de humo y que eso con la presión atmosférica baja haga que el humo vaya para la ruta y genere cualquier otra desgracia vial”.
Si bien en esta ocasión la falta de viento y el buen clima ayudaron a poder sofocar más rápido el incendio, Delaburu advirtió que este tipo de condiciones climáticas “son un riesgo más elevado de lo que son incendios forestales”, por lo que advirtió que “cualquier quema, cualquier cosa que haga cualquiera en un lugar en que no lo pueda controlar bien, genera una desgracia después”, ya que además indicó que “este año hubo una sequía importante y heladas durante la etapa invernal”, lo cual explicó que “genera que quede mucha más carga de combustible en la parte baja del suelo, y eso permite que con la humedad provoque los incendios más complicados”.

Lic. Graciela Marker