Hablo con conocimiento de causa porque he estudiado muchos años, tanto en la educación pública como en la privada y ninguna ha fomentado mi vocación emprendedora. A veces como país nos quejamos que no hay empresas y claro! No hay quien las cree. Llega un momento en donde la cantidad de empresas no es proporcional a la cantidad de potenciales empleados. Cada año se reciben miles de estudiantes y la realidad es que no hay espacio para todos en las empresas existentes. En una nota para un diario nacional, Santiago Iñiquez de Onzoño, un rector de una de las universidades para importantes con foco en Entrepreneurship, la IE Business School, declaró-“Las universidades son como torres de marfil y tienen que dejar de fabricar desocupados”.
A veces me pregunto porque es tan difícil enseñar ambas cosas, fomentar el espíritu emprendedor, alentando tanto las habilidades empresariales como las gerenciales? Las palabras se ponen de moda y eso en muchas oportunidades crea mala prensa, vemos a diario en casi todos lados palabras como “Espíritu Emprendedor”, “Sustentabilidad”, “Social Media”, y así se abusa del título y se va perdiendo el verdadero concepto. Tener mentalidad emprendedora es mucho más que ser una persona “cool” o “un loquito creativo”, es ser capaz de poner en marcha el aparato productivo-económico de una región (o por lo menos ser un eslabón importante… para no generar tanta expectativa!
Refundar la formación emprendedora, no es algo que se me ha ocurrido a mí, es más bien una tendencia mundial y en todos los países desarrollados en donde existe una cultura emprendedora, les ha llevado un tiempo largo entender cómo debía funcionar “la educación empresarial”, no se trata solo de enseñar a los emprendedores a crear planes de negocios y a dirigir empresas, sino que se trata de fomentar el pensamiento creativo, fortalecer su sentido de responsabilidad social y motivar su compromiso para contribuir al desarrollo cultural y económico de su región a largo plazo.
Empezar en la escuela
La educación “emprendedora” debería ser una materia más en la secundaria, y porque no en el primario y me atrevería a soñar con empezar desde el jardín. Todos los chicos deberían ser capaces desde muy pequeños de entender el valor del dinero, del ahorro y de la inversión. Recuerdo cuando era chica, mi papá me llevaba a los “compra y venta de revistas y libros”, durante todo el año me las ingeniaba para recolectar revistas y libros y en el verano me garantizaba tener lectura gratis de historietas, como Condorito y Paturuzu, esas pequeñas acciones son las que nos acercan al mundo económico y empezamos a ver cómo funciona la economía.
Mi profesora de matemáticas
A mí lo que me pasó en la escuela y en la universidad es que casi siempre me encontré con docentes muy motivados en enseñarme un concepto pero nunca o muy pocas veces motivados en enseñarme que voy a hacer con ese concepto una vez que lo aprendí. Tuve una excelente profesora de matemáticas en mi escuela secundaria, enseñaba como nadie, paciente, estricta, capaz de hacerle entender un problema al más bruto, o sea a mí, nunca pude amar los números, y eso me causado y le causa a la mayoría de los emprendedores muchos problemas, porque se han encargado de sembrar la idea o el mito de que quien posee pensamiento creativo no entiende de números y creo que por eso solo funcionan en nuestro país 1 de cada 7 empresas emprendedoras lanzadas al mercado.
No Solo Alas
Volviendo al tema de mi profesora de matemáticas, creo que así como de a poco empezamos a tener conciencia sobre el derroche de agua y de energía, sobre el mal hábito de fumar, sobre una cultura sexual más responsable, también debemos empezar a instalar la cultura emprendedora en la educación, fomentar la formación emprendedora desde la temprana edad no debe ser vista como una piedra en el zapato dentro de la curricular tradicional de enseñanza, no es alentar el comercio en las aulas, como alguna vez me dijo un director de colegio, es más bien no darle solo alas a los chicos cuando terminan el colegio sino también UN PLAN DE VUELO.

Lic. Mariana Basanta